CALIFORNIA – Kelly Clarkson y su exesposo, Brandon Blackstock, han alcanzado un acuerdo en su prolongada disputa legal por violaciones laborales. La reconocida cantante de 42 años y el productor de 47 años han estado envueltos en una intensa batalla judicial desde marzo, cuando Kelly presentó una contrademanda buscando ajustar o incrementar los $2.6 millones que la Comisión de Trabajo de California le otorgó el año pasado. Este monto se derivó de la conclusión de que Blackstock le había cobrado por acuerdos comerciales sin estar licenciado para ello.
La disputa original solo abarcaba hasta el año 2017. En documentos presentados recientemente, Kelly Clarkson solicitó que se ordenara la devolución de “todas las comisiones, honorarios, beneficios y otros dineros” pagados a Starstruck Entertainment, la empresa del padre de Brandon, desde 2007. Esta acción buscaba recuperar fondos que, según Clarkson, fueron obtenidos de manera indebida.
El miércoles 22 de mayo de 2024, la pareja solicitó formalmente la desestimación de la demanda en la Corte Superior del Condado de Los Ángeles. Según documentos obtenidos por medios locales, Kelly y Brandon, quienes comparten la custodia de sus dos hijos, River de nueve años y Remington de ocho, han llegado a un acuerdo cuyos términos financieros no han sido divulgados.
En su contrademanda, presentada en marzo, Clarkson alegó que Brandon y Starstruck Entertainment violaron la Ley de Agencias de Talentos de California durante el tiempo que gestionaron su carrera. Kelly buscaba una intervención judicial que anulara todos los acuerdos entre las partes y la restitución de todos los fondos pagados a Starstruck.
El abogado de Brandon, Bryan Friedman, respondió vehementemente a las acusaciones, calificándolas de “moralmente, éticamente y legalmente incorrectas“. Friedman defendió a su cliente argumentando que Brandon no solo había trabajado como manager de Kelly, sino que también había utilizado esos ingresos para el bienestar de sus hijos y el estilo de vida familiar durante su matrimonio.
El acuerdo entre Kelly Clarkson y Brandon Blackstock pone fin a una disputa que ha captado la atención pública, destacando las complicadas intersecciones entre relaciones personales y comerciales en la industria del entretenimiento. Aunque los términos financieros del acuerdo permanecen en secreto, la resolución de la demanda permite que ambas partes avancen con sus vidas y carreras.
